Por Paco Carro

Lhardy, o la Catedral de San Pedro del Cocido. En los tiempos que corren de reinvención gastronómica, permisivo paraguas para los faltos de oficio, deseo romper una lanza por la cuchara. Sí, por esos platos de cuchara, por esos guisos y potajes con los que nos hemos criado cuando empezaban a llegar los pastelitos de La pantera Rosa y los Tigretones que están acabando con el bocadillo de chorizo de Pamplona en la meriendas infantiles.

Y de entre los platos de cuchara el COCIDO, con mayúsculas. No deja de llamar mi atención que cuando cada zona o región de España tiene el suyo, en sus infinitas variedades, no sea tan conocido fuera de nuestras fronteras como la tortilla o la “paella”. En fin… asi tocamos a más….. habrá que sacrificarse….

De entre los innumerables locales de la piel de toro donde se pueden degustar exquisitos cocidos creo justo, y pienso que ninguno de ellos se sentirá ofendido, hablar de LHARDY.

Esta casa de comidas fundada en los tiempos en los que Cúchares plasmaba las bases del toreo tal y como hoy lo conocemos, o en los que Vergará zanjaba la guerra Carlista con su abrazo, un francés de padres suizos habría su local de comidas en la madrileña Carrera de San Jerónimo. Paradójico que algo tan español como el cocido haya sido llevado hasta los altares por manos francesas, C’est la vie. Pero todo lo que el cocido pueda tener de humilde Lhardy no lo tiene. Sus suntuosos salones privados o el comedor principal de estilo Isabelino con sus paredes forradas de piel, su cubertería de plata, sus manteles de hilo y sus regios visitantes ( desde Isabel II hasta sus actuales descendientes pasando entre otros por Alfonso XII que solía hacer sus frecuentes sus escapadas ) y los no tan regios, políticos, literatos, toeros, pintores o actores… Y es que Lhardy siempre ha sido un sitio donde ir a ver y a dejarse ver entre la clase influyente, desde su fundación en 1839.
Aunque ya solo la curiosidad por ver quien está pueda merecer una visita a Lhardy, por el nada módico precio de 35,50 € se puede degustar “el estelar y solemne cocido” ( sic. Nestor Luján ) un plato popular que ha llevado a Reyes hasta estos salones. Y es que la historia de España también se ha escrito sobre los humildes garbanzos, chorizo, legumbre, etc.
Dentro de la carta también caben destacar otros platos de los de siempre como los callos a madrileña o el Roast beef Lhardy, sin olvidarnos de la ternera Príncipe Orloff, y los platos de caza de exquisita preparación, y por supuesto el consomé.
Pero por si esto fuese poco, que no lo es, siempre nos podemos ir a tomar un consomé en el bar que tienen a la entrada o comprar sus productos en la tienda anexa para prepararlos en casa. Además, por si no queremos movernos de casa, o encontramos un marco mejor, hay un servicio de catering. Solo añadir que todo esto sin estrellas Michelin, al fin y al cabo Lhardy ya estaba ahí antes de que Edouard Michelin naciese.
En fin señores, si París bien merece una Misa el españolito bien se merece un cocidito.
Carrera de San Jerónimo, 8
28014 Madrid
915 213 385
http://www.lhardy.com/